domingo, 5 de agosto de 2012

La felicidad se encuentra dependiente de la realidad que se vive; gracias al cielo, pero principalmente a la interpretación y abstracción que cada uno hace de sus experiencias o bien de su imaginación, existen muchas realidades para escoger la mejor según salud mental, equilibrio emocional o planes de vida. 

Aún así, con todas las posibilidades que nos otorga nuestra mente para ser felices, muchas veces esta realidad en la que nos envolvemos es disonante con quien se encuentra en las cercanías de nuestra vida, lo peor, lo hace notar. Para coincidir en la realidad, tal vez no feliz, pero sin sensaciones de locura se pueden hacer dos cosas:
1) Preguntar, enterarse cuál es la realidad de los demás y llegar a un punto medio entre la felicidad de uno y la felicidad del otro, entregando en nuestra carrera hacia la muerte un poco de retos y seguir persiguiendo el sentimiento máximo de satisfacción, o bien...

2) Depender, dejar que ese otro nos convenza que su realidad es la mejor y así remplacemos las propias ideas por las suyas. 

Esta última no la recomiendo por dos razones: 

1) Por que se viviría en un estado de espera y llegará a una desesperanza por el hecho de espera noticias para vivir. 

2) Por que no se viviría para uno mismo, sino a merced de alguien más que no tendrá problema en algún momento dejar de de comentarnos qué es lo que sigue en la historia real. 

Por lo que recomiendo dos cosas:
1) Escoger su propia realidad y defenderla. 
2) Nunca olvidar que la felicidad no es eterna y perseguirla cuando se termine, porque se terminará pero no olvide que en su realidad volverá a llegar.