Comer, rascar y dormir, son tres de las actividades que
cualquier animal (incluyendo al humano) busca hacer para satisfacer necesidades
físicas y completamente naturales. Cuando alguien es privado de la posibilidad de
llevar una de éstas a cabo, esas ganas se convierten en malestar; si la imposibilidad
de satisfacerse continúa ese malestar se hace el centro de la atención personal y
comienza el sufrimiento y desvarío.
Ahora bien, qué pasa cuando alguien se priva a sí mismo. Eso
es lo que logra el villano de las películas de terror que ha pasado a la
historia, Freddy Krueger. Sediento de venganza persigue y martiriza a sus
víctimas, dentro de sus sueños. No es una
decisión fácil morir o nunca dejar de vivir.
Dormir es desconectarse del mundo real y crear el propio,
dejar que los músculos reposen y tomen energía para un día más, pero, dormir
para no descansar, para no querer soñar nunca más, no tiene sentido. Fredy, es
el peor villano de la historia del cine taquillero.
Pero eso sí, en
defensa de mi querido demente, Sir. Krueger, los sueños de cada quien son
reflejos, como decía Freud, de aquel que sueña, algo que vivió o que le gustaría
vivir, etc. Por lo tanto, aquel que ha de tener la pesadilla, tal vez no pueda
controlar a su visitante extranjero y vívido, pero sí debería ser capaz de
moldear sus herramientas y territorios a su conveniencia y así huir y salvarse
fácilmente, pero hay siempre un pequeño obstáculo, el miedo que petrífica.
Igualmente repito,
at the end… is your nightmare.
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